Metropolitano informa, introdúcete en la multitud desde la comodidad de tu asiento, durante un recorrido en el que tu cuerpo no consuma energía mientras observas a tus contrarios. La velocidad atenta contra el individuo, el recorrido automatizado se inestabiliza y la excesiva referencialidad del paisaje hace perder el equilibrio. Las señales y los carteles publicitarios ofrecen ciudades resumidas, indicaciones sobre una posible localización. Nada reposa, todo desaparece antes de su asentamiento, conservando únicamente una ampliación del mismo, reducida a luz y sombra, modificando así la realidad acontecida en una mera ficción, un dudoso registro de una discutible anécdota. Los tiburones pueden dejarnos sin internet propone un giro hacia una dirección periférica, un espacio de pérdida de la linealidad horizontal y un devenir multidireccional en el depósito acumulativo del escombro de la ciudad moderna. Un lugar de tránsito desde el que trabajar la verticalidad gravitacional, resignificando la irregularidad del terreno para así poder tomar distancia y no heredar la imagen del mundo. Tomar partido frente a la imagen-mercancía y afrontarla mediante su fragmentación y reconstrucción.